La Unión Europea: Él enfermo de Europa?
La UE ha sido hasta hoy una historia de integracin: el intento de arrastrar a cada vez ms pases hacia un modelo de democracia liberal, aunque chocara con el modelo poltico de su historia. Como se explica en este debate, la tarea ha salido razonablemente bien, pero en este momento Europa parece no saber por dnde proseguir su tarea.
La UE ha sido hasta hoy una historia de integracin: el intento de arrastrar a cada vez ms pases hacia un modelo de democracia liberal, aunque chocara con el modelo poltico de su historia. Como se explica en este debate, la tarea ha salido razonablemente bien, pero en este momento Europa parece no saber por dnde proseguir su tarea.
Dficit democrtico, fatiga por la ampliacin y an ms fondos de rescate: Àexiste todava futuro para una Europa comn? En una discusin publicada dentro de la serie de Eurozine titulada “Europa habla con Europa”, prominentes intelectuales y analistas de la Europa occidental y oriental diagnostican las causas del actual malestar en la Unin Europea.
Therese Kaufmann: Martin Simecka, en una ocasin dijiste que el momento poltico ms importante para Eslovaquia no fue 1989, sino 1998, en referencia al momento en la historia poltica eslovaca en el que cay el gobierno autoritario y nacionalista de Vladimir Meiar. Tambin has dicho que este cambio poltico fue resultado del esfuerzo conjunto de muchos grupos distintos de la sociedad eslovaca: intelectuales ONG, medios, polticos y diplomticos. ÀQu es necesario para la transformacin poltica? ÀPuede Europa aprender algo de la experiencia eslovaca?
Martin Simecka: A veces me siento ms un experto en desintegracin que en integracin. Yo era parte del movimiento que provoc la desintegracin del imperio comunista en 1989; despus fui un testigo muy entristecido de la desintegracin de Checoslovaquia en 1992; despus de un acontecimiento mucho ms feliz, la desintegracin del rgimen autoritario de Meciar en 1998. Lo que he aprendido de todo esto es que todo se trata de ideas. El sistema comunista se vino abajo porque dej de tener una idea de su propio futuro. Meciar cay porque la sociedad crea en ideas que eran ms fuertes y ms poderosas que las de su rgimen. En 1998 no se trataba solo de deshacerse de Meciar, era tambin cuestin de convertirse en parte de la Unin Europea. Haba una visin para el pas.
El problema actual de la UE tiene que ver con las ideas. La idea de la integracin europea ha estado motivada por el pasado; por los horrores de la Segunda Guerra Mundial, por el Holocausto, por una larga historia de conflictos. Hoy, la idea de la UE est motivada por el futuro, pero en un mal sentido. Si anteriormente era el miedo a repetir el pasado lo que empuj hacia adelante la integracin europea y aument la paz y la prosperidad, ahora las polticas europeas estn motivadas por el miedo al futuro. Tenemos miedo a que aumente la inmigracin, a las consecuencias de la crisis financiera. El futuro no es algo en lo que creamos, es algo a lo que tenemos miedo.
En 1990, cuando vi a los primeros nacionalistas desfilando por las calles de Bratislava, pidiendo una Eslovaquia independiente – fue solo pocos meses antes de la Revolucin de Terciopelo – predije que Checoslovaquia se desmoronara. Nadie me habra credo en ese momento. Se consideraba imposible que un pas que haba sobrevivido a cincuenta aos de rgimen comunista se partiera en dos. Pero lo imposible sucedi dos aos despus. Ahora tengo la misma sensacin. El colapso de la UE es posible. Espero estar equivocado, pero las seales estn ah.
Como escritor, veo estas seales en el lenguaje y en la cultura del debate. A principios de los aos noventa haba un fiero debate en Checoslovaquia entre los que podran ser llamados “nacionalistas” y “federalistas”, entre los que queran partir el pas y los que no. Y fueron los primeros los que ganaron la batalla de ideas. Su idea era simple y poderosa: queremos nuestra propia nacin, queremos vivir en nuestro propio Estado independiente. Los federalistas, por otro lado, eran descritos como defensores de algo artificial y burocrtico, algo centralista y antidemocrtico, y Praga era el smbolo de todo ello. Se les acusaba de haber perdido el contacto con la gente en las dos partes del pas. De hecho, era imposible que los federalistas se defendieran, porque el lenguaje que se haba desarrollado les converta en los malos por defecto.
Hoy se oye exactamente el mismo argumento sobre Europa. Los euroescpticos describen Bruselas como un centro de poder antidemocrtico y burocrtico que no tiene legitimidad. Cuando hasta un medio declaradamente eurfilo como EUobserver adopta vocabulario estalinista para describir las instituciones de la UE, sabes que el estado de nimo es malo. Se est utilizando la palabra “troika” para describir al tro de la Comisin europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional que ha prescrito conjuntamente las medidas de austeridad en Grecia y Portugal. Es difcil encontrar un trmino con ms connotaciones negativas. Durante el terror estalinista, “troika” describa las tres personas del NKVD que detenan y ejecutaban a los ciudadanos sovticos, un instrumento de represin poltica. ÁEsta palabra se utiliza ahora para representantes de las instituciones europeas!
Esto es solo un ejemplo de cmo se utiliza el lenguaje, de cmo se abusa de l, y contra eso no hay defensa. El presidente Vclav Klaus, en Praga – siendo como es uno de los lugares ms euroescpticos de Europa – responde a la llegada de los emigrantes tunecinos a Italia llamando a Schengen “una mala idea desde el principio”. El primer ministro Petr Necas utiliza el trmino “Unin de la deuda” para describir la UE. Esas afirmaciones son tan simples que no se puede discutir con ellas. El lenguaje sigue y sigue, y los que defienden la idea europea tienen una tarea casi imposible.
TK: Ests describiendo los debates sobre Europa que tienen lugar en Eslovaquia y la Repblica Checa. Pero, Àtenemos un debate europeo? Sin duda, lo que echamos de menos es una opinin pblica europea comn en la que pueda tener lugar ese debate. Sonja Puntscher-Riekman, Àpor qu es tan difcil crear una opinin pblica transnacional?
Sonja Puntscher-Riekman: S hay una opinin pblica europea. En toda Europa, en distintos idiomas, estamos discutiendo de lo mismo. Es posible que se con distintas connotaciones – el nfasis no es siempre el mismo-, pero se estn discutiendo muchos temas. Con todo, tenemos que darnos cuenta de que existen distintas formas de discutir sobre Europa. Expresar lo mucho que amamos a Europa no es la nica forma. De hecho, eso no es una discusin, eso es una declaracin de amor. La democracia consiste en acomodar intereses en conflicto. Eso significa que discutimos, que tenemos conflictos constantes sobre una serie de asuntos. Tambin sobre Europa.
Lo que caracteriz a la UE hasta el Tratado de Maastricht fue un proceso de integracin que podra describirse como una serie de pequeos pasos. Fue tambin un proceso de integracin llevado a cabo a puerta cerrada. Esta poltica de pequeos pasos es un problema. Los representantes de los Estados miembros de Europa no tienen, por lo general, ni idea de en qu debera consistir el futuro de la UE. Si tienen un concepto – y hubo ocasiones durante el proceso de integracin en el que esas ideas florecan – no se atrevan a contrsela a sus audiencias nacionales.
El ttulo de esta conversacin es “La UE: Àel verdadero enfermo de Europa?” A lo largo de la historia del proceso de integracin, en Europa se han diagnosticado una serie de dolencias despus de distintas crisis: pensemos en la poltica de silla vaca de Charles de Gaulle en 1965, o el debate sobre la Euroesclerosis de los aos setenta y principios de los ochenta. La esclerosis es una enfermedad grave, Àverdad? Sin embargo, en algn momento a alguien se le ocurri una idea de cmo seguir adelante y acabar con el periodo de estancamiento. En los aos ochenta fue la Comisin Delors la que lanz una serie de proyectos que culminaron en el Tratado de Maastricht. Despus de Maastricht se produjo un nuevo periodo de estancamiento en el proceso de integracin. Maastricht, de hecho, haba sido un enorme paso hacia adelante.
Despus, a finales de los aos noventa, con la inminente ampliacin, se lanz el debate constitucional. Volviendo a lo que Martin Simecka ha dicho sobre el lenguaje: de repente, la palabra “constitucin” motivaba el debate. Una vez la Constitucin fue rechazada por los franceses y los daneses, el trmino “constitucin” tena que desaparecer. En la cumbre de la UE de 2007 en Berln, Angela Merkel culp a esa palabra – constitucin – del fracaso de los referndums. De modo que la palabra desapareci, pero no el contenido del tratado. El Tratado de Lisboa contiene en realidad un 95% de lo que haba en la Constitucin.
Esto ilustra que lo que estamos experimentando en Europa es, ms que nada, que los gobiernos de los Estados miembros no se atreven a decir lo que en realidad hacen una vez entran en la arena de Bruselas. Cuando vuelven a casa, se presentan como hroes nacionales que una vez ms han defendido los intereses del pas. Pero nunca, jams dicen que han contribuido a otra parte del mosaico que se est construyendo a nivel europeo. Esto es, naturalmente, nocivo para el proceso.
Hoy en da, muchas discusiones se centran en el hecho de que hay pagadores netos y beneficiarios netos en la UE, la llamada unin de transferencia. Para ser sincera, no hay manera de evitarlo: eso es el futuro de la UE. Con todo, eso no significa que no haya ideas sobre cmo salir de la crisis actual. ÁPero hay que hacer cosas! No se trata de preguntarnos si somos europeos o no, si somos austriacos, blgaros, alemanes o eslovacos. La identidad se forma mediante la accin, en la bsqueda, si no de la felicidad, al menos s de cierta idea de Europa. Y esta idea tiene que ser institucionalizada. Si concurrimos en ese proceso, la identidad vendr por aadidura.
TK: Dices que muchos polticos no declaran ante su pblico nacional lo que han dicho y hecho en el Consejo. Pero si hubiera un pblico transnacional debatiendo esas cosas, Àno se veran obligados a hacerlo? ÀNo sera de ayuda?
SP-R: S, por supuesto eso sera de ayuda. De hecho, sera suficiente con que los medios nacionales, los periodistas nacionales, esperaran en el aeropuerto cuando sus ministros regresaran a casa y les preguntaran qu han hecho, por qu han decidido esto y no aquello, qu intereses han sido representados en esa decisin, y qu implica para Europa en su conjunto. Eso es lo que los periodistas hacen cuando escriben sobre poltica nacional. ÀPor qu no hacerlo tambin con la europea?
TK: Claus Offe, en tu trabajo vinculas la cuestin de la democracia con una discusin sobre la justicia social y el estado del bienestar; por ejemplo, escribes sobre el concepto de ingresos bsicos. ÀPor qu no se ha convertido en un tema de discusin europeo? En una reciente conferencia en el Instituto de Ciencias Humanas de Viena, hablaste de la responsabilidad social como nocin clave de la modernidad. ÀDe quin es responsabilidad curar al enfermo, la UE? Y Àtiene el proceso de sanacin algo que ver con los asuntos sociales?
Claus Offe: En la situacin actual, casi nadie pone nfasis en el modelo social europeo; toda la atencin est dedicada a sobrevivir a la crisis, a impedir que las cosas se desmoronen. Pero la Agenda 2020 contiene muchas ideas nuevas e interesantes y no es tan ridculamente ambiciosa como era la Agenda de Lisboa.
Sin embargo, un concepto que s se est utilizando de una manera defensiva e incluso obstruccionista es “subsidiariedad”, la poltica de no interferencia en los espacios de jurisdiccin que les quedan a los Estados miembros. El proceso de integracin negativa – “creacin de mercado” – hace ms difcil seguir polticas sociales, iniciar reformas, a un nivel nacional. El mercado comn ha creado un “estado de competicin” caracterizado por una rgida competicin entre Estados miembros. Una de las formas que tienen los polticos nacionales para cobrar ventaja en esta competicin es plantear polticas de austeridad, social y fiscal. Si un Estado miembro insiste en una tradicin distinta – bismarckiana u otra – de organizacin de la sanidad, las pensiones, el mercado laboral y la pobreza, se arriesga a perder en ese “estado de competicin”. Esta lgica de Europa como un mercado expandido hace que los ciudadanos la perciban como una entidad que de hecho socava la proteccin social y la seguridad socioeconmica.
Recientemente, tanto la Comisin como el Consejo de Europa introdujeron un nuevo concepto que tiene potencial para inspirar un acercamiento supranacional a cuestiones de justicia social y redistribucin: “responsabilidad social compartida”. No s si este concepto triunfar, pero al menos ha sido arrojado sobre la mesa. El concepto me parece interesante, pero supongo que la mayora de polticos europeos pensarn que en este momento hay cosas ms importantes que atender. En cualquier caso, los asuntos de cohesin, integracin, solidaridad y redistribucin estn destinados a permanecer en la agenda, incluida la redistribucin entre Estados miembros, que actualmente se denuncia con el trmino “unin de transferencia”.
Me gusta pensar en Europa como una serie de obras de construccin en marcha. Son lugares en los que materiales sin tratar son sintetizados por arquitectos e ingenieros que saben cmo construir algo con esos materiales. Sabemos cules son, y dnde estn, esas obras para la construccin de Europa, pero en ellas no pasa nada. Los ingenieros y los arquitectos o se han quedado en su casa o se han quedado sin ideas. O bien, simplemente, son incompetentes. Europa est llena de obras permanentes que hacen mucho ruido pero en las que poco o nada llega a construirse. No es sorprendente que Europa sea vista por muchos de sus ciudadanos – especialmente los ms vulnerables y precarios – con miedo y suspicacia y no con confianza y esperanza.
Permitidme sealar tres de esas obras de construccin. La primera es evidente: el Este contra el Oeste, los viejos Estados miembros contra los nuevos Estados miembros (incluidos los futuros o potenciales Estados miembros). Diez de los doce nuevos estados miembros de la UE-27 son Estados postcomunistas, marcados por la experiencia histrica y poltica del socialismo de Estado. Los analistas han empezado a hablar sobre los rasgos especficos del capitalismo postcomunista y las democracias postcomunistas. Son trminos reveladores, y van acompaados por descripciones como el capitalismo sin capitalistas, la democracia sin demcratas o europeos sin aspiraciones europeas. La ampliacin por el este se bas en un error implcito. Los viejos Estados miembros europeos, la UE-15, tenan una sola ambicin: asegurarse mediante control externo y disciplina de que “esa gente de ah” se volviera “normal”, es decir, se convirtiera en democracias liberales y economas de mercado viables. Temerosos de los Meciars de esos pases, los Estados occidentales prometieron la entrada en la UE y esperaron que eso alentara a los Estados postcomunistas a “comportarse”. La prioridad era la normalizacin poltica.
Las expectativas al otro lado del derruido Teln de Acero eran muy distintas. Lo que la gente quera no era el estado de derecho y otros rasgos de la democracia liberal, sino la prosperidad y el acceso al mercado. Pero precisamente en este aspecto han tenido que hacer frente a una sucesin de decepciones. Las economas del este de Europa resultaron ser economas dependientes, y muchas de ellas – no solo Letonia – fueron severamente golpeadas por la crisis financiera. En algunos lugares, el PIB se encogi un 30% en un ao. Se recortaron los sueldos. Todo esto ha provocado una enorme decepcin econmica.
Los viejos Estados miembros tambin experimentaron una serie de decepciones. Despus de la adhesin, salieron a la superficie toda clase de fenmenos: el rgimen de Meciar, la nueva Constitucin Hngara, movimientos populistas etnocntricos en todas partes, etctera. Se trata de fenmenos que no cuadran con la imagen de la democracia liberal. Y lo que es peor, se estn extendiendo tambin en los viejos Estados miembros. Lo que caracteriza esta obra, pues, es la desconfianza mutua.
La segunda obra es la relacin entre el norte y el sur: los pases del centro contra los GIPS o PIGS (Grecia, Irlanda, Portugal y Espaa). Europa parece hasta ahora incapaz de manejar la crisis del euro de una manera que sea efectiva y aceptable para los votantes nacionales de los Estados pobres y de los ricos al mismo tiempo. Los polticos quieren, ante todo, ser (re)elegidos – y no hay que culparles por ello, a eso se dedican – y si escuchas lo que dicen, un 90% de sus discursos pblicos pertenecen a una de estas tres categoras. La primera es “evitar la culpa”; la segunda es “llevarse el mrito” o “reclamar el mrito”; y la tercera es “tomar posiciones”, es decir, tomar posiciones que saben que son populares. Pero si buscamos a lderes polticos que estn creblemente comprometidos con la integracin europea – como medio indispensable para preservar logros como la paz internacional, la democracia liberal y la seguridad socioeconmica en la megaregin llamada Europa por medio de la cooperacin, la supervisin y la corresponsabilidad – apenas encontramos a nadie que pueda ser ni remotamente comparado a Chuman o Monnet, Mitterrand o Kohl.
La tercera obra es la relacin entre los Estados miembros y Bruselas: los Estados nacin contra la Comisin. Aqu, vemos claras tendencias centrfugas. Asuntos que necesitan ser coordinados con urgencia a nivel europeo – ejemplos recientes son la crisis de refugiados, los espinosos asuntos de la armonizacin impositiva, la poltica fiscal o el presupuesto de la UE – no son tratados conjuntamente; la voluntad y la capacidad para cooperar, simplemente, no existen. Por el contrario, los polticos y los gobiernos nacionales explotan esos asuntos para ser reelegidos. Berlusconi en Roma, Sarkozy en Pars, Seehofer en Bavaria, Merkel en Berln, todos ellos toman posiciones que saben que son populares, en este caso para mantener a los inmigrantes fuera y nunca pagar por los dems.
Esta es una fuerte tendencia poltica que no solo dificulta sino que revierte la integracin europea. Lo s, este no es un discurso muy alegre y el espectculo no puede contemplarse con placer. ÁEs un desastre! Y el mayor desastre es que hay pocas ideas sobre cmo solucionarlo.
TK: Esto nos lleva a la cuarta obra: Àcmo se relaciona la UE con el resto del mundo? ÀQu clase de idea de comunidad tiene la UE? ÀY dnde estn los lmites de esa comunidad? ÀQu est fuera de la UE? ÀQuin es el Otro?
Ivan Krastev, t has escrito que “Europa ha perdido la confianza en s misma, su energa y su esperanza de que el prximo siglo sea el Ôsiglo europeoÕ. Desde Pekn a Washington – incluso en Bruselas – el Viejo Continente es generalmente considerado una fuerza geopoltica amortizada, un gran lugar en el que vivir pero un gran lugar en el que soar […] La emergencia de un mundo ms multipolar ha tenido consecuencias inesperadas tambin para la visin del mundo que tiene Europa.” Tambin hablas de Europa como perifrica, lo que me recuerda el concepto de Dipesh Chakrabarty de la “Europa provinciana”. Esto parece sugerir una perspectiva completamente distinta sobre Europa y el mundo.
Ivan Krastev: Los diferentes usos del concepto “enfermo de Europa” a lo largo de la historia tienen algo en comn: desde la referencia del zar Nicols al Imperio Otomano en el siglo XIX hasta los aos ochenta, cuando fue utilizado para la Unin Sovitica y sus satlites hasta hoy – Bulgaria siempre ha sido uno de ellos. Psicolgicamente, es importante, y quiero recoger lo que Martin Simecka ha dicho antes. Una razn importante para las diferencias entre los europeos del este y del oeste, que se refleja en esta crisis, es que somos rehenes de distintas experiencias. Un blgaro que tena veinte o veinticinco aos en 1989 asume que cualquier statu quoes inestable. En Bulgaria, se crea que el comunismo durara para siempre, pero no lo hizo.
Parte de la estrategia en el debate actual sobre la crisis europea es trivializarla. Esto es tan cierto para el mundo financiero como para la poltica: ya no estamos luchando contra problemas, estamos tratando de prevenir el pnico.
Se ha dicho que la UE est perdiendo su narracin. Creo que los europeos nos hemos convertido en vctimas del modo en que contamos nuestras historias. La UE ha superado un buen nmero de crisis distintas, y estoy muy de acuerdo con Sonja Puntscher-Riekmann en ese aspecto. Hemos contado la historia de Europa como un proyecto que ha sido llevado a cabo. Cuando te pones a hablar de ese proyecto, surgen preguntas: ÀY ahora qu? ÀAdnde ir a parar este proyecto? Y se trata de una pregunta muy difcil de contestar. Quiz la pregunta que deberamos hacer es: ÀQu crisis nos ayudar a dar un paso adelante y solucionar este problema o aquel?
Se trata de una paradoja que conocemos gracias a los pases de las antiguas Yugoslavia y Unin Sovitica: aunque la generacin ms joven tiene una mentalidad mucho ms europea que la anterior, est menos interesada en defender la UE. La da por hecho: defenderla no tiene sentido para ellos. La construccin de una identidad es una tarea difcil. La identidad se construye mediante una serie de experiencias traumticas, las guerras y dems. Es difcil, si no imposible, construir una identidad solo por medio de instituciones.
Una respuesta a tu pregunta es que la UE ha interpretado mal las condiciones para su xito. La UE ha sido muy crtica con el mundo unipolar americano. Pueden haber habido buenos argumentos morales para eso, pero el papel especial jugado por la UE durante los ltimos quince aos estaba en gran medida en el contexto de la hegemona estadounidense. Ese era el contexto en el que la UE puso la poltica de seguridad entre parntesis y desarroll su “poder blando”. As fue cundo y cmo la UE form su percepcin de su propia identidad. Esto pertenece al pasado. En un mundo postamericano, la UE, en lugar de ser el mayor beneficiario, se est convirtiendo rpidamente en una de las principales vctimas. No solo en el plano econmico, sino tambin en la poltica exterior.
Se puede advertir en el caso de Libia. Tres de los grandes Estados europeos deciden cmo responder por s mismos a partir de la situacin de su poltica domstica. Nicolas Sarkozy decidi intervenir por su poltica domstica. Angela Merkel decidi abstenerse en el Consejo de Seguridad por su poltica domstica. Se trata de un momento histrico. Por primera vez tienes una situacin en la que las lites de la poltica extranjera han perdido totalmente el control de la agenda de la poltica exterior. Desde este punto de vista, Ála poltica exterior europea no existe!
La consecuencia es la marginacin de Europa. Se trata de un proceso que en cierto sentido era inevitable. En trminos econmicos, Europa no va a tener el peso que tena. Europa est sobrerrepresentada en todas las instituciones internacionales y eso tampoco durar mucho ms. La verdad, es un tanto ridculo tener naciones europeas pequeas o medianas amenazando con su veto mientras grandes pases como Brasil o India no tienen representacin.
Como consecuencia de todo esto, nuestra percepcin de nuestro propio modelo ha cambiado. Hace cinco aos, la gente inteligente poda decir que aunque Europa no fuera un gran poder militar, todava representbamos el futuro del mundo. Somos postnacionales y postsoberanos; nuestro manera de hacer es la manera de hacer que se desarrollar naturalmente. Ahora hemos descubierto que lo que creamos universal es en realidad excepcional. Por ejemplo, Europa es un lugar secular, pero ese secularismo no se extiende globalmente. Por el contrario. Lo mismo sucede con la soberana: creamos que en cuanto un pas fuera democrtico, tambin abrazara la visin postmoderna de soberana. Pero mirad a la India, un pas democrtico pero tambin muy soberanista.
De modo que nos enfrentamos a un mundo que esperbamos que siguiera nuestro camino pero no lo ha hecho. Esta es parte del problema al que nos enfrentamos.
Por lo que respecta a la ampliacin, la comparacin entre el 1989 en la Europa del Este y el 2011 en el mundo rabe es muy reveladora. 1989 abri la imaginacin democrtica de Europa. Polticos y ciudadanos europeos por igual tenan la sensacin de que se poda transformar el mundo que te rodeaba, que se poda hacer que los dems se volvieran como t. 2011, en cambio, ha disparado la imaginacin demogrfica de Europa. Ahora Europa teme que los pases del norte de çfrica exijan que nos abramos a ellos. Lo nico que vemos de esos pases son inmigrantes. Ya no vemos oportunidades, vemos riesgos. ÁEs un cambio dramtico! El miedo a la inmigracin, este miedo demogrfico, se ha convertido en un elemento vertebrador de la UE. Ya no hay proyecto, ni idea sobre el futuro. Pensamos en el futuro en los mismos trminos que las compaas de seguros: la cuestin es minimizar el riesgo. De ah que los polticos ms exitosos sean gestores de riesgos.
Estos miedos pueden en ocasiones ser irracionales, pero la gestin de los riesgos percibidos es todava lo que cuenta. Tomemos el ejemplo de Alemania, un gran pas con una esfera pblica desarrollada y conocido por sus peridicos serios. En 48 horas, reaccionando a los terremotos en Japn, el pas dio un giro de ciento ochenta grados en su poltica energtica. No tengo nada en contra de ese giro, pero me preocupa la velocidad con la que tuvo lugar.
La manera de hacer poltica ha cambiado radicalmente, en el sentido de que ya no existe un Otro constituido al que vamos a transformar. El modo en que Europa se relaciona con sus vecinos consiste en decepcionarse. Fue fcil decepcionarse de Bulgaria en los noventa, como lo es estar decepcionado de Ucrania ahora. Pero cuando tienes confianza en ti mismo, la decepcin es un reto; cuando tienes dudas sobre ti mismo, la decepcin es una excusa. Por desgracia, el hecho de que los dems no te importen no significa que no vayan a crearte problemas. El nivel de interdependencia es tan elevado que no hay forma de impedirlo. Durante veinte aos el centro se ha expandido hasta la periferia; Alemania, Francia y los dems Estados miembros centrales han estado dando una nueva forma a sus vecinos. Hoy, por primera vez, la periferia ha llegado al centro.
SP-R: No hay nada ms difcil que afrontar los temores. A lo largo de la historia, los temores se han tratado de formas muy problemticas. Sin embargo, estoy de acuerdo contigo: hay que tomarse los temores en serio. Cuando la gente tiene miedo de algo, la respuesta ms comn en los ltimos ciento cincuenta aos ha sido recurrir al Estado nacin. No es solo un fenmeno europeo, pero en Europa esa respuesta tiene connotaciones muy negativas. El Estado nacin es una construccin relativamente joven en la historia de Europa y el continente est lleno de Estados extremadamente jvenes, como Alemania, Italia (que acaba de celebrar su ciento cincuenta aniversario), Eslovaquia… Pero nos comportamos como si estuvieran ah desde hace un tiempo inmemorial. Es una idea que se le ha vendido a la gente con mucho xito.
ÀCul podra ser el modo de romper con ese patrn, de crear un relato europeo? Mi frmula es esta: tenemos que construir una repblica democrtica europea. El nfasis debera estar en la palabra repblica. Eso evitara el paralelo clsico con la construccin nacional, que mucha gente mira con miedo: centralizacin, un superestado europeo. Si en vez de eso hablamos de repblica, que significa que la res publica debe concebirse y gestionarse en un nivel supranacional, utilizamos un lenguaje muy diferente.
Por eso tambin me he centrado antes en la Constitucin Europea. Es la palabra que acompaa al trmino repblica. Paradjicamente, la constitucionalizacin de Europa sigue en marcha: en el terreno de la poltica monetaria, se produce un alto grado de centralizacin, y parece que lo aceptamos. En otras reas, parece que somos mucho ms crticos. ÀA qu viene esta esquizofrenia? Estoy profundamente convencida de que, si los polticos en el gobierno adoptaran un lenguaje nuevo, empezaran a hablar de una repblica europea y vendieran esa idea de forma convincente, entraramos en una fase del debate totalmente nueva. No s si funcionara, pero deberamos intentarlo.
MS: S y no. Antes he hablado de ideas, pero a veces lo que funciona de verdad es la accin y la prctica. Antes de que el rescate de Grecia y Portugal se impusiera en la agenda, Eslovaquia era un miembro muy feliz de la eurozona. Vivo en Eslovaquia y en la Repblica Checa y puedo seguir los distintos debates nacionales sobre Europa. En Eslovaquia, adoptar el euro significaba, desde el principio, debatir no solo sobre la moneda sino sobre Europa en general. Era una Europa muy prctica, la percibas cada vez que ibas a hacer la compra. Sorprendentemente, los eslovacos eran muy aficionados a Europa: antes de la reciente crisis, ms del 75% de los eslovacos tenan una opinin positiva de la UE. En cambio, los checos, que no tienen el euro, son muy escpticos: solo el 34% querra formar parte de la eurozona y, si hoy hubiera un referndum para entrar en la UE, los checos no querran unirse.
Eso me hace pensar que un trabajo prctico, institucional, puede crear una Europa sin ideas.
SP-R: ÁPero el dinero es una idea!
MS: S, y ahora el problema es la deuda.
IK: ÁLa falta de dinero no es una idea!
MS: He hablado de esto porque ahora tenemos un problema muy prctico, que consiste en cmo resolver una crisis que evolucion desde una crisis financiera y econmica a una poltica. Vclav Klaus tiene razn en una cosa: los polticos no se atreven a decir la verdad. Si dijeran que tenemos que salvar el euro porque es un asunto de inters nacional, todo sera diferente. Pero no lo dicen. Y no pueden decirlo.
En cuanto a la cuestin de la decepcin de los nuevos Estados miembros, todava pienso que en Europa oriental hay cierta esperanza y expectativa de que Europa pueda evitar que un capitalismo de tipo mafioso y una corrupcin del sistema se impongan en esos pases, de que pueda salvarnos de nuestros errores de los ltimos veinte aos.
CO: Construir una repblica europea es una tarea muy exigente, quiz demasiado. Histricamente, las repblicas – o, en general, los Estados nacin – han alcanzado la existencia vinculadas a una idea de liberacin, bien a travs de la unificacin, como en Alemania e Italia, bien a travs de la separacin de poderes imperiales, como en Grecia en la dcada de 1820. Los Estados miembros ya disfrutan de sus libertades, que estn consagradas en sus constituciones nacionales. No existe un paralelo de ese espritu en la Europa actual. Polticamente somos tan libres ahora como antes, aunque quiz no gocemos de la misma seguridad social y econmica. Y sin duda la UE no puede llevarse el crdito de la liberacin de Europa oriental con respecto al yugo sovitico.
SP-R: S, tienes razn. Por supuesto, la liberacin no sera similar a la de Grecia en la dcada de 1820 o de Europa oriental en 1989. En este caso, nos liberaramos Del destino de ser marginales e irrelevantes en el mundo. Mi concepcin del republicanismo no tiene que ver con la liberacin de monarcas absolutos o tiranos imperiales, sino con la reinvencin de la capacidad de actuar en un contexto global. Eso nunca lo conseguirn naciones pequeas por s solas, y tampoco las grandes.
Uno de los problemas de la obra de la construccin europea, por retomar la metfora, es que el proceso de integracin inicial en los aos cincuenta, sesenta y setenta permita el “rescate” del Estado nacin soberano. A la sombra de esa integracin, los Estados nacin regresaron. Pero son solo apariencias. Eslovaquia nunca lograr que su voz se escuche en el FMI o la OMC. As, nos habremos liberado del espejismo de considerarnos importantes. No lo somos – a menos que estemos unidos.
La UE no es el enfermo de Europa: los Estados miembros son los enfermos de Europa. La UE es lo que los miembros quieren que sea. La famosa frase de George Washington tambin es cierta con respecto a Europa: “Debemos seguir todos juntos o sin duda colgaremos todos por separado.” Es, claro, una forma distinta de colgar: no hay britnicos que nos vayan a colgar del cuello, pero, si no nos unimos, estamos condenados a la marginacin y la irrelevancia.
En cuanto a la demografa, el problema es que Europa no se declara un continente de inmigrantes, cuando lo es. De hecho, ser necesaria mucha ms inmigracin para mantener una estructura demogrfica que resulte sostenible en trminos socioeconmicos. Reconocer eso ya representara una visin de la inmigracin diferente a la que tenemos en la actualidad: decir que la inmigracin forma parte de la realidad y que la UE tendr una poltica comn sobre el asunto, como otros pases de inmigrantes, en vez de permitir que distintos Estados o regiones – Italia, Lampedusa o cualquier otro cuando se produce una crisis – intenten afrontar el asunto como puedan.
IK: Creo que no estamos siendo justos con los polticos. A diferencia de los intelectuales, tienen que enfrentarse a sus votantes regularmente. Hay que hacer algunas elecciones difciles y no todas las cosas buenas van juntas. Voy a usar de nuevo el ejemplo de la inmigracin. Muchas investigaciones muestran que existe una fuerte correlacin positiva entre la homogeneidad tnica de una sociedad y el apoyo a la redistribucin de la riqueza. En buena medida, la solidaridad se basa en la idea de una comunidad tnica. Aqu, dos de los principios ms importantes de la izquierda chocan entre s. Por una parte, est la solidaridad, que es ms fcil de poner en prctica en un contexto nacional que en un contexto europeo. Por otra, histricamente la izquierda ha promovido la tolerancia y la apertura hacia el otro. No sabemos cmo afrontar eso y terminamos intentado criminalizar los miedos de la gente. No es una buena medida.
SP-R: No estoy muy segura de que la redistribucin solo sea posible en una sociedad tnicamente homognea. Nac en Italia y desde nia he odo que no deberamos transferir la riqueza del norte al sur, perezoso y gobernado por la mafia. Es la misma cancin que ahora se oye en Blgica. La homogeneidad tnica no es una garanta para la solidaridad, y tampoco un requisito.
IK: En todo caso, el republicanismo es una idea muy atractiva y me siento inclinado a coincidir con vosotros en que habra Que abordar de ese modo la marginacin de Europa. Pero es interesante ver cmo Europa formula su marginacin en la actualidad: la trivializa. La marginacin no es una guerra, con un momento en el que alguien te ataca y tienes que defenderte. Pierdes poder e influencia gradualmente, da a da.
En vez de afrontar la realidad, Europa hace de su debilidad una virtud, reformulando cada conflicto de seguridad como un problema de condiciones sociales o algo por el estilo. Si uno quiere recurrir al republicanismo como respuesta, debe reconocer los problemas reales. Los veintisiete Estados miembros deben hacerlo – al menos, al nivel de las lites. Pero se supone que Europa no tiene problemas. Estamos dedicados a la tarea de trivializar todo lo que le sucede a Europa. Ahora hay lderes polticos que dicen que el fin del euro es el fin de la UE, pero, si maana dos o tres pases fueran a abandonar la UE, el mensaje sera que no habra pasado nada: “Hemos decidido que en este momento probablemente es mejor…”
CO: Pueden distinguirse muy pocos tipos de ideas distintos en el debate actual sobre el futuro de Europa. El ms modesto – que claramente no es operativo – es que no hay alternativa: no podemos retroceder, aunque nos estanquemos. S, podra crear problemas volver hacia atrs, pero eso no impedir que alguien lo haga: no se puede excluir la posibilidad de regresin y desintegracin. Basta con mirar la demolicin danesa de la normativa Schengen.
El segundo argumento tiene que ver con la economa de escala: Europa necesita ser grande para ser un prspero actor global. Por tanto, debemos unir nuestros recursos, sean econmicos o militares. La expansin de los mercados producir una prosperidad y un crecimiento eternos, como afirmaba el informe Cecchini en 1988. Es lo que dice el argumento. Sin embargo, nada de eso es cierto. No hay razn para apoyar a Europa porque sea una mquina de crecimiento o un poder global, segn la base de la economa de escala. Despus de todo, esa mquina de crecimiento, en la medida en que opera, producir ganadores y perdedores; y debilita ms que refuerza la corresponsabilidad democrtica.
Ni las teoras sobre la irreversibilidad ni las perspectivas de crecimiento econmico son suficientes como base para confiar en Europa y su sostenibilidad. Pero en la actualidad las lites europeas se contentan justamente con esos dos argumentos. No se les ocurre un tercero. Y, hay que admitirlo, no es fcil. Tu repblica europea, si te entiendo bien, sera algo que galvanizara las pasiones y lealtades de gente que se considera perteneciente a una comunidad poltica transnacional. El problema es que eso no lo generan el crecimiento y la competicin; lo genera una idea – y esa idea es precisamente lo que falta.
Si les preguntas a los europeos cules son las tensiones y conflictos de sus sociedades y les das tres alternativas – trabajo frente a capital; patronos frente a empleados; o inmigrantes frente a poblaciones indgenas-, la cantidad de gente que escoge la tercera alternativa es cinco veces ms grande que la que elige las otras dos juntas. Esa es la percepcin dominante de los conflictos sociales de hoy. Pero es irracional. Europa es un continente de inmigrantes, y le interesa serlo. Los controles restrictivos solo incrementan la inmigracin irregular, en vez de dejar a la gente fuera. Frontex es, en general, un fraude, inventado para el consumo y el apaciguamiento pblico. Si quieres y puedes intentar entrar en Europa tres veces por sus fronteras exteriores, el porcentaje de xito es del 98%.
Puedes entrar si quieres, pero en condiciones miserables que tambin son muy costosas para las sociedades de destino. As que necesitamos encontrar una solucin para eso. Y la nica solucin es el proceso largo y costoso de la integracin (educativa, econmica, poltica) de gente que, a pesar de todo, llega. Pero ningn poltico se atreve a decir esa verdad a sus electores, porque piensan que hacerlo aumentar el apoyo a los partidos populistas y xenfobos. En realidad, es exactamente al revs: al quedarse callados ante ese hecho sencillo de la vida europea, hacen que el apoyo a la derecha populista se vuelva ms fuerte, ya que por razones de oportunismo electoral nadie se atreve a contradecirles vigorosamente.
Es una trampa muy peligrosa de la retrica europea. Si pudiramos dar un pequeo paso adelante, sera ese: decirnos la verdad a nosotros mismos, decrsela a los votantes, a los Berlusconi de este mundo… Ante la general escasez de ideas, creo que esta es la mejor que se nos puede ocurrir.
MS: He empezado hablando de la deprimente falta de ideas, pero en realidad tengo una visin optimista. Quiz necesitamos una crisis an ms profunda que la que tenemos en este momento. Eso obligara a los euroescpticos defensores del Estado nacin a definir lo que de verdad quieren hacer con esos Estados nacin. En Europa oriental, el Estado nacin es sinnimo de corrupcin y no es fcil defender esa idea. Adems, si algunos pases fueran a abandonar la UE, Àpor qu no? Sera un experimento interesante y esos pases tendran mucho que demostrar.
Quiz los eurfilos padezcan una escasez de ideas, pero la de los euroescpticos es todava mayor. Podra ser una batalla de ideas muy interesante: Àcul es la mayor carencia?
Published 20 October 2011
Original in English
Translated by
Daniel Gascón, Ramón González Férriz
First published by Letras Libres 7/2011 (Spanish version); Eurozine (English version)
Contributed by Letras Libres © Therese Kaufmann, Ivan Krastev, Claus Offe, Sonja Puntscher-Riekmann, Martin Simecka / Letras Libres / Eurozine
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