Identidad sin nación

Glänta 2/2024

Sobre el pasado, presente y futuro del Kurdistán: repensar las estructuras de poder; apátridas en un mundo de Estados; y el Kurdistán como laboratorio de guerra.

El reciente número de Glänta recoge reflexiones sobre la identidad kurda histórica y actual. El editor invitado y autor sueco-kurdo Agri Ismaïl escribe: “En ausencia de la narrativa global que un Estado nación proporciona a su pueblo -la historia compartida de un país-, los kurdos han luchado por formar una identidad unificada.”

Fluido todavía fijo

Elif Sarican presenta una panorámica histórica del pueblo kurdo, esbozando importantes acontecimientos políticos que han influido en la cambiante identidad de la población. Haciendo referencia a las investigaciones de los antropólogos del siglo XX Edmund Leach y Fredrik Barth, Sarican escribe que la identidad kurda puede entenderse como “dinámica, capaz de adaptarse a circunstancias cambiantes”. Al mismo tiempo, “una visión más esencialista de la etnicidad” también unifica al pueblo kurdo. Y “abrazar tanto nociones fluidas como fijas de identidad”, aunque aparentemente contradictorio, permite a una sociedad dispersa “resistirse a la asimilación” y “luchar por la existencia y el reconocimiento”, escribe Sarican.

El Movimiento por la Libertad del Kurdistán, que Sarican describe como una alternativa al Gobierno Regional del Kurdistán apoyado por Estados Unidos y el Reino Unido, refleja esta tendencia inconformista y resistente. Con la liberación de la mujer en el punto de mira, el movimiento pretende corregir el patriarcado arraigado en la sociedad kurda. Los órganos de decisión independientes para las mujeres, que pueden vetar los foros mixtos, reflejan una ideología que se opone a las estructuras de poder hegemónicas. El KFM va más allá de los límites de la nación tradicional, con el potencial de invitar al resto del mundo a replantearse el poder, argumenta Sarican: “el espíritu del Kurdistán -el espíritu de libertad y autodeterminación- tiene el potencial de florecer mucho más allá de las fronteras geográficas del Kurdistán histórico”.

La soledad ética

Barzoo Eliassi escribe sobre la amarga realidad de ser apátrida en un mundo de naciones. Su investigación, procedente del trabajo social, se centra en las teorías de la identidad y la pertenencia presentadas junto a testimonios de la diáspora kurda.

Como los kurdos a menudo se registran como turcos, iraníes, iraquíes o sirios, la población es difícil de rastrear, tanto hoy como históricamente. La emigración kurda a Europa comenzó en la década de 1960, debido a la guerra en Oriente Medio, librada desde todos los bandos, y a la demanda europea de trabajadores emigrantes. Eliassi sostiene que esta migración a gran escala fue crucial para sentar las bases de una identidad kurda politizada: la “cuestión kurda” evolucionó hasta convertirse en un asunto de “carácter transnacional”. Sin embargo, los kurdos que hoy protestan en Suecia, reclamando el reconocimiento de los políticos, siguen sin ser escuchados.

Eliassi relaciona esta falta de reconocimiento internacional con el término de Jill Stauffer: ‘soledad ética’: una forma de abandono social causada por la incapacidad de las naciones para incluir a los pueblos sin Estado. El desconocimiento de la izquierda europea de la represión contra los kurdos en Oriente Medio demuestra este aislamiento. En el mundo musulmán, las demandas kurdas de autogobierno se consideran un intento imperialista o sionista de socavar la cohesión social imaginada de los Estados en los que los kurdos están subordinados a las dominaciones árabe, turca y persa”, escribe Eliassi.

El campo de pruebas poscolonial

Cuando tenía nueve años y seguía la retransmisión de la CNN sobre la guerra del Golfo, Agri Ismaïreconoció la voz de James Earl Jones como la de Darth Vader, que solía anunciar “Esto es la CNN” entre las noticias. La presencia de Jones, escribe Ismaïl, añadía un efecto cinematográfico a la cobertura mediática, que ya retrataba la guerra como un “reality-TV”, transmitiendo una sensación de superioridad del ejército estadounidense. La ventaja tecnológica era tan enorme que apenas podía decirse que la guerra hubiera tenido lugar: esta guerra ultramoderna estaba ganada de antemano”.

Ismaïl describe el Kurdistán como un lugar de pruebas de tecnologías bélicas. El régimen de Sadam Husein probó misiles y armas químicas que carecían de precisión suficiente para la guerra, aterrorizando a las poblaciones kurdas. Durante la guerra Irán-Irak, millones de minas terrestres muy avanzadas, fabricadas en Italia, se sembraron en tierras kurdas. En la actualidad, “campos enteros están cubiertos de pequeños triángulos rojos colocados por el Programa de Acción contra las Minas en Iraq de la ONU, señales de advertencia de que la tierra ya no nos pertenece, sino que ha sido conquistada por las máquinas”, escribe Ismaïl.

La idea del Kurdistán como tierra fronteriza, abierta a la experimentación bélica, deriva de la tendencia deshumanizadora del mundo exterior hacia el Kurdistán, y de que los kurdos sean retratados como una población incivilizada y bárbara, argumenta Ismaïl. Pero lo que va, vuelve: como señalaron Aimé Césaire y Michel Foucault, las colonias no son más que un campo de pruebas antes de que los colonizadores utilicen la tecnología con su propio pueblo. Los vehículos resistentes a las minas y protegidos contra emboscadas, desarrollados por el ejército estadounidense durante la guerra de Irak, pueden encontrarse ahora estacionados en las fuerzas del orden estadounidenses.

Respuesta de Märta Bonde

Translated by
Display Europe
Co-funded by the European Union
European Union

Translation is done via AI technology. The quality is limited by the used language model.

Published 11 December 2024
Original in English
First published by Eurozine

Contributed by Eurozine  

PDF/PRINT

Newsletter

Subscribe to know what’s worth thinking about.

Related Articles

Cover for: Exiled voices: identity & literature

Human history is a history of migration, and people continue to be on the move due to a myriad of circumstances. Most of them aren’t merely looking for adventure or doing a fun gap year, but are trying to escape political persecution, climate catastrophes, and, well, war and genocide.

Cover for: Baltic-German queer

Baltic-German queer

Vikerkaar 3/2024

Queer histories in Estonia(n): featuring 19th-century writing defying heteronormative expectations; why ‘cis-gender’ is a useless concept; Russian-speaking LGBT+ activism; and a history of trans rights in Spain.

Discussion