Restos de democracia

Desde una perspectiva europea, estas elecciones estadounidenses siempre iban a ser algo más que observar desde lejos. Habiendo sido testigos de las desastrosas acciones de política exterior de Trump en su primer mandato, incluso los europeos con sus propias ideas desdemocratizadoras no estaban a favor de una repetición. La candidatura demócrata de Harris era más aceptable para muchos de los cada vez más numerosos votantes de extrema derecha europeos, ya que sus políticas de derechas ofrecían una progresión económica global más estable en tiempos geopolíticamente inestables. La oligarquía “America First” de Trump dejará colgados a otros mercados, preocupando los bolsillos de muchos europeos conservadores.

Retirada

Pero la amenaza de inestabilidad de los mercados globales no es el único motivo de preocupación. Desde que Trump era el último presidente de EEUU, la guerra se ha recrudecido en Europa. En caso de que Trump revoque el apoyo estadounidense a Ucrania, como se infiere, no será solo la cuenta en la caja la que reciba un varapalo.

“De enero de 2022 a abril de 2024, EEUU proporcionó el 27% de la ayuda financiera que recibió Ucrania”, escribe Cassia Scott-Jones para New Eastern Europe. ‘Durante el estancamiento de seis meses en el Congreso, que terminó en abril de 2024… Ucrania interceptó sólo el 46% de los misiles rusos… En los seis meses anteriores, Ucrania había interceptado con éxito el 73% de los misiles.’ Las cifras de un parón en el apoyo hablan por sí solas.

“La narrativa de Trump siempre ha pivotado sobre la afirmación de que Rusia no se habría atrevido a invadir Ucrania bajo su mandato”, continúa Scott-Jones. Su argumento, en última instancia, predice un lado positivo de esta postura para “acabar con la guerra en 24 horas“: “La flexibilidad histórica sugiere que la posición de Trump podría cambiar en cuanto a la necesidad de mantener las narrativas políticas de EE.UU. como una potencia fuerte y dominante en el mundo.”

Inversión personal

Los caprichos de un animador volverán a formar parte de la política cotidiana. Sólo que esta vez lo que está en juego es aún mayor. Cuando escuché la conferencia magistral de Catherine Ashtonen el Festival de Humanidades del Instituto de Ciencias Humanas de este año, al principio me quedé perpleja por su despreocupación cuando le preguntaron por la retirada de Trump del acuerdo nuclear con Irán, un acuerdo que ella había ayudado a negociar en 2015.

La acción de Trump había echado por tierra en una rápida maniobra unas negociaciones duramente conseguidas, pero la respuesta de Ashton se refirió en broma a su negocio de desarrollo hotelero, sugiriendo que incluso Trump tenía un interés en Oriente Medio. Más tarde leí su fría respuesta como una negativa a dejar que una pérdida tuviera prioridad, ajustándose a cualquier postura que mantuviera abierta la mesa de negociaciones. ¿Podrían los intentos de paz en Oriente Próximo apoyarse en la negociación económica? Lo más probable es que Trump, que ni siquiera es el hombre de negocios más astuto del mundo, desestabilice la OTAN, dando aún más rienda suelta no sólo a Putin sino también a Netanyahu.

Criminal

Cada vez preocupa más qué quedará exactamente de la solidaridad internacional y la gestión de crisis con una gran potencia que no solo se retira de los acuerdos, sino que además pone una pica divisoria en el camino. La promesa de Trump de “perforar, perforar y perforar” agravará peligrosamente el cambio climático. No hay que subestimar el impacto de sus planes. También ha propuesto deportaciones masivas de inmigrantes. Que el clima y el desplazamiento son cuestiones interconectadas es un hecho aparentemente inconveniente que nos perseguirá a todos.

Trump no es ajeno a aprovecharse de las mentes y los cuerpos de los demás. Su apuesta por contrarrestar la campaña de Harris sobre el derecho al aborto como “protectora de las mujeres” dejó un mal sabor de boca: este violador casi convicto tenía que ganar estas elecciones no sólo por el partido republicano, sino también para evitar un probable encarcelamiento. El mensaje de que los maltratadores pueden protegerse y eludir la ley si son lo suficientemente poderosos es un golpe devastador para los derechos de las víctimas.

La democracia estadounidense, socavada por la compra de votosy las denuncias falsas, está siendo desmantelada desde dentro. El propio panorama político europeo -desde las elecciones parlamentarias de la UE hasta las nacionales-, que se inclina hacia un electoralismo más radical, ha sido un buen aviso. Lo que queda ahora es negarse a permitir que esto sea el fin de la democracia.

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